El presidente del "Tribunal de Cuentas" de CYL dejó un agujero de 650.000 € en Salamanca
Más sobre instituciones inútiles y otro ejemplo de un personaje en una situación kafkiana, imposible de
comprender, absurda, surrealista.
Jesús Encabo Terry, tras ser concejal de urbanismo por el PP en el Ayuntamiento de Salamanca, fue colocado como presidente del Consejo de Cuentas de Castilla y León, que es la institución regional encargada de fiscalizar a las instituciones en nuestra Comunidad Autónoma. Pues bien, según publica "La Gaceta" este señor, en su etapa de concejal dejó un agujero de 650.000 € por obras sin contrato ni adjudicación, pasándose por donde le pareció la legislación más básica de contratación en la administración pública.
Alucinante, el presidente de un órgano que hace funciones duplicadas con otro del estado, cuyas resoluciones no valen literalmente para nada y cuyas conclusiones llegan -en el mejor de los casos- cuando han prescrito los hechos, está presidido por alguien que incumplió flagrantemente las normas de las que debería cuidar. Todo esto se explica con más detalle, en la columna que recomiendo leer y que escribe el director de La Gaceta, que aparece hoy. En la misma se le califica como "paradigma de la caradura"Obviamente, teniendo en cuenta el peso del denunciante, más le vale a él y a su partido político, el PP, que dimita. ¿Lo hará o se agarrará a la poltrona?
comprender, absurda, surrealista.
Jesús Encabo Terry, tras ser concejal de urbanismo por el PP en el Ayuntamiento de Salamanca, fue colocado como presidente del Consejo de Cuentas de Castilla y León, que es la institución regional encargada de fiscalizar a las instituciones en nuestra Comunidad Autónoma. Pues bien, según publica "La Gaceta" este señor, en su etapa de concejal dejó un agujero de 650.000 € por obras sin contrato ni adjudicación, pasándose por donde le pareció la legislación más básica de contratación en la administración pública.
Alucinante, el presidente de un órgano que hace funciones duplicadas con otro del estado, cuyas resoluciones no valen literalmente para nada y cuyas conclusiones llegan -en el mejor de los casos- cuando han prescrito los hechos, está presidido por alguien que incumplió flagrantemente las normas de las que debería cuidar. Todo esto se explica con más detalle, en la columna que recomiendo leer y que escribe el director de La Gaceta, que aparece hoy. En la misma se le califica como "paradigma de la caradura"Obviamente, teniendo en cuenta el peso del denunciante, más le vale a él y a su partido político, el PP, que dimita. ¿Lo hará o se agarrará a la poltrona?
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